Es uno de los ponis más antiguos y puros del mundo. Pertenece al denominado tronco celta, emparentado con varias razas del arco atlántico.
A partir del año 80 a. de c. son abundantes las citas en las que los historiadores romanos nos hablan del "pequeño Asturcón, que cría la nación Astur”, siendo, sin duda, el animal astur de más fama, apreciado tanto por su dureza y velocidad como por su paso de ambladura.
Durante el Reino de Asturias, su presencia sigue siendo pieza clave para el desarrollo del país.
En el siglo XV fueron llevados a Irlanda, donde eran muy apreciados, así como, ya en época moderna, a París, donde tiraban de pequeños carruajes.
Hasta el abandono de la tracción animal, grupos de asturcones eran vendidos anualmente para su uso en tareas agrícolas, siendo epecialmente relevante el comercio existente con el País Vasco y Levante.
Se puede afirmar, sin duda, que el Asturcón era, prácticamente, el único caballo que había en Asturias.
Ya en el siglo XX, la Guerra Civil primero y, al finalizar ésta, las repoblaciones masivas de montes comunales así como el cruzamiento en busca de animales de mayor tamaño, ocasionaron una merma importante del censo de la raza, llegando, a finales de los 70, a estar en una situación crítica.
El impulso de la conciencia ecologista de los años 80, precedida por las iniciativas particulares y el impulso de organizaciones emergentes, como ANA, logró frenar a tiempo la caida del poni que llevaba camino de convertirse en una desaparición cierta.
En el año 1979 se creó la Asociación para la Conservación del Asturcón del Sueve (ACAS), con el objetivo de evitar la extinción de la raza autóctona más emblemática del Puertu.
Como resultado final de la convergencia de todas estas iniciativas se crea en 1981 la Asociación Regional de Criadores de Ganado Caballar de Raza Asturcón.
En 1987 se disuelve dicha Asociación Regional pasando todos sus miembros a formar parte de la Asociación de Criadores de Ponis de Raza Asturcón (ACPRA), con el objetivo fundamental de criar el asturcón en pureza.
Adaptados al medio natural, los asturcones viven en libertad todo el año, paren en el campo, siendo de una rusticidad asombrosa.
El hábitat natural del asturcón son sierras escarpadas, poco fértiles y expuestas a unas condiciones climatológicas muy duras. Ello propició, a lo largo de generaciones, la forja de un poni rústico, con limitadas necesidades alimenticias y muy resistente a las enfermedades.
En la actualidad el asturcón sigue con una vida dura en el monte, pero comienza a extenderse su crecimiento en fincas de cría, donde el cuidado humano permite la selección y el desarrollo de los mejores ejemplares.
Muestran de forma natural unos aires vistosos y característicos, junto a un vigor desproporcionado a su tamaño.
Una vez domados ponen de manifiesto un temperamento excelente, lo que hace del asturcón un poni ideal para los niños. Además su acción es suave, sencilla y muy cómoda, a lo que hay que añadir la seguridad de su paso y su disposición natural para el salto.